noviembre 21, 2008

Los Viernes de Noviembre


Me gustan mucho los viernes y los viernes de noviembre me gustan más. Este día en particular no tengo planes, pero será difícil tener una salida tan encantadora como la de la semana pasada.

La semana pasada, desde muy temprano, un conocido y atractivo caballero me invitó al cine a ver una película que yo estaba esperando con mucha emoción. La conversación, el lugar, lo que tomamos, lo que no tomamos y todo lo que vimos, fue una mezcla agitada y no removida. Fue más de una hora de espera encantadora, entre comida y bebidas de muchos colores, para vivir 106 minutos de una de esas películas de acción que regularmente puedo llegar a detestar, excepto cuando están recubiertas de glamour y fantasía blanquinegra.

Noviembre es así, tan lleno de conversación agitada y de lugares secretos, con muchos escenarios para ver y callar y otros que no te permiten estar callado. Noviembre es despertarme con la idea de que al salir de mi casa, pasando la arboleda, voy a ver por el espejo retrovisor, como el suave pasar de mi auto hace que las hojas se levanten del camino, al unísono en ese crujidito peculiar. Noviembre, es llegar a mi casa y ofrecer a mis amigos café. Noviembre significa pláticas sin fin. Noviembre es dormirme después de haber tejido y destejido diez mil veces los sueños de ese día.

Noviembre es pocos viernes y mucha ansiedad por vivirlos y no olvidarlos.

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