julio 03, 2009
octubre 20, 2008
Los Domingos
Cuando niñas, mi hermana y yo esperábamos, después del servicio en la iglesia y la tradicional comida familiar, un paseo donde mi papá nos compraba un helado y un cuento para leer más tarde. En verdad no recuerdo a qué edad se acabó eso. Con el paso del tiempo, yo estaba más desesperada por llegar a mi casa y mi hermana más inquieta por huir del sol. Quizá por eso mi papá eliminó los paseos dominicales.
Pero ayer, fue como volver a vivir la antigua rutina. Fuimos al servicio, comimos la nueva comida tradicional dominical (carne asada... ¿sabrán que no me gusta mucho la carne asada?), nos pusimos ropa más cómoda y de pronto, me volví a ver saliendo con mi familia. Ha cambiado un poco la versión, ahora fuimos a tomar un café y volvimos a terminar en la librería. Yo cancelé los planes que tenía para más tarde para poder disfrutar de esos minutos tan escasos de salidas familiares. Definitivamente no los añoro. Paso el tiempo suficiente con mi familia, pero de vez en cuando, es bueno recordar y volver a sentir lo de esos años donde el domingo significaba ver a los abuelos, tomar un helado y terminar a ocultas la tarea de la escuela.
Mi familia está llena de rutinas que no comprendo y de pronto se deshace de rutinas que no prefiero. Quizá eso es lo que me hace sentir una tranquilidad cuando llego al hogar: el saber que las cosas no van a cambiar demasiado, que es un lugar acogedor y que puede ser el remanso de paz que necesito, cuando la vida agitada me agobia.
octubre 16, 2008
Ciertas actividadas necesarias e indeseadas
A últimas fechas, me he entretenido con la versión española de lavar la ropa, es decir "hacer la colada". Así que cuando más fastidiada me tiene el hecho de pensar que tengo que iniciar la tortuosa tarea, pienso: haré la colada. Y se me dibuja una ingenua sonrisa.
La labor es la misma, pero el acento español, me hace cambiar de actitud.
Ni hablar, esta tarde, haré la colada, con un acento muy marcado.
Etiquetas: familia
julio 24, 2008
Música
Yo nunca he sido así. Pero mi papá sí. En casa siempre ha habido torres y torres de discos. Aseguro que son más de 3,000. Pero él, una vez al año, pacientemente limpia, clasifica, ordena y saca los discos que ya no quiere tener en su colección. Creo que los lleva a vender a una tiendita de libros y discos usados. Cuando niña, recuerdo que mi papá se sentaba en el piso de su estudio, con la luz apagada a escuchar música los viernes o los sábados en la noche. Yo llegaba, me sentaba en su regazo y me entretenía viendo las luces verdiosas que subían y bajaban al compás de la música. Me desesperaba mucho estar allí, en la oscuridad, sin "hacer algo", pero me deleitaba en pasar con él unos minutos y escuchar tan de cerca su corazón en sintonía con el jazz.
Igual mi hermana con la fascinación y dependencia de la música. Creo que toda la carrera de arquitectura la cursó bajo el influjo de los ritmos que se escuchaban, como susurros, de los lados de sus audífonos. No dudo que sus conceptos y sus líneas, tengan un estilo congruente con el R&B que tanto disfruta.
Pues ayer, decidí poner un poco de orden en mi música. Cierto, mi colección está repleta de mp3. La mayoría, han sido bajados de los discos que tengo (o que tiene mi papá), a mi computadora. La otra parte, son los que comparten conmigo mis amigos o mis hermanos; y en menor medida, los que he comprado. Pero, dado que sufrí, a finales del año pasado, la pérdida de mi información, me quedé sin música. Sinceramente, no es algo que me afecte en el día a día, pero de vez en cuando extraño escuchar conocidas y melodiosas tonadas.
Con los pedazos de lo que quedaba entre discos, usb y ipods, traté de armar de nuevo mi discoteca, musicoteca, meloteca o audioteca (no sé cómo se diga)... mi librería de música. El problema es que no sé cómo clasificarla. Tengo básicamente 3 grandes géneros: Jazz, Clásica y Pop. Todo lo que no sé exactamente qué es, le pongo Pop. Por eso, me dí por enterada de que lo de la música no es algo que tenga gran peso en mi vida. Me gusta, cierto, pero puedo vivir, andar y trabajar sin estar escuchando tono sobre tono.
Pero, me pasa algo muy curioso. Muchas veces pienso en función de que si yo fuera compositor, escribiría una canción de tal cosa, o una melodía con tal intensión... o interpretaría esta letra de tal forma. Y eso es todo el día, todos los días... y sin escuchar música.
Y diciendo esto, recuerdo una canción de los Presuntos Implicados (grupo favorito de todos), que se llama Me Visitan Canciones. Quisiera tener esa sensibilidad, como para poder escribir algo así sobre la música maravillosa.
Etiquetas: canción, familia, minutos, placeres ocultos
junio 25, 2008
Un Día
Mañana es mi cumpleaños. Eso implica que me queda únicamente un día para empezar las cosas nuevas.
Un día no es mucho, pero cuando lo esperas con ansia, se convierte en agonía de minutos de apariencia incesante. Particularmente no espero mi cumpleaños con ansia, pero sí con emoción. Yo misma me me he dado a la tarea de convertirlo en un día importante. Es que creo que así deben ser las cosas, que cada quien debe plantearse la necesidad de tener fechas que lo impulsen a hacer cosas nuevas. Yo me he planteado ser feliz en mi cumpleaños año con año, pase lo que pase.
Así es como lo he llenado de determinadas cosas que tengo que hacer vez con vez:
-No me voy a dormir hasta que pasa de las 01:00 hrs. Es decir, me gusta estar despierta la primera hora, escribiendo, reflexionando o simplemente esperando que alguien llegue.
-Empiezo a leer un libro
-Siempre estreno un pijama.
-No me levanto hasta que mi familia va a mi recámara (quizá este año haga la excepción, porque quiero ir al gimnasio).
-Como fresas (una de mis frutas favoritas).
-Voy a comer algo rico o espero tener una comida especial en casa.
-Me doy un regalo, hago una concesión para conmigo.
-Pongo los regalos en la mesa de té y contemplo la opción de no abrirlos hasta el día siguiente. Es un extraño gusto el "atormentarme", pensando en lo que estará dentro de las preciosas cajas envueltas con vistosos colores.
-Espero recibir flores. Si no llegan, considero comprarlas, pero año con año, llegan flores para alegrar mi recámara y mi casa.
Y algo de lo que siempre sucede:
-Llueve
-Mis papás salen de viaje
-Llego tarde al trabajo (o a alguna actividad planeada o cita)
-No aguanto y la noche antes voy a "husmear" un poco entre los regalos para ver si descubro qué son (nunca he descubierto qué son)
-Me entra un ataque repentino de mal humor (el año pasado casi lo superamos)
Veamos qué se cumple este año.
Etiquetas: familia, Festividades, lluvia, minutos, para una amiga, planes
junio 02, 2008
Y ahora tenemos un 20% de potencial felicidad extra
Ya no pude si quiera empezar con ellos. En verdad, que toda la vida he pensado que la felicidad se puede contener en frasquitos dulces y no en básculas mentirosas.
Y creo que tengo razón. Recuerdo que hace unos 10 años, yo era una adolescente delgada. Lo suficientemente delgada como para no tener miedo de decir mi talla en voz alta. Y, sinceramente, no me sentía extraordinariamente feliz. Ahora tengo un 20% más de peso que en esa época y no estoy un 20% más infeliz que entonces. Bueno, esta mañana me sentí como 18 kilos más triste, por lo que me dijo mi mamá.
Conozco la manera de bajar de peso, la manera que me funciona, pero parece que no es un método que se considere "éticamente correcto": reducir todas las comidas a 1 manzana por semana. No sé si tengo la fuerza de voluntad como para empezar a considerarlo, como para privarme de las deliciosas comidas de mis restaurantes favoritos, los pastelillos de la tarde, los entremeses de cuando tengo visita... ahhhh... no, es demasiado sacrificio, por obtener únicamente 20% de felicidad adicional.
Bueno, por si sí o si no, ahorita vengo, voy a la tienda a comprar mi manzana del día. Quizá sea muy drástico una por semana, así que me daré la concesión de una al día.
Etiquetas: báscula, familia, placeres ocultos
marzo 24, 2008
Seis a la mesa
Dije con una extraña convicción (y sin fingida emoción), que al final de cuentas terminé asustándome y mejor opté por decir que fue un suspiro, que creyeron haber escuchado algo, pero que no... que yo no había proferido palabra.
Dos se me quedaron viendo y dos más sonrieron con cara de ¡pobrecita ilusa! ... yo me quedé callada y luego todos fingimos que nada pasaba.
Y por milésimas de minuto, me imaginé con alguien a mi derecha, que me hiciera creer mis propias mentiras. Pero sobre todo que les quitara esa cara de incredulidad a mis eternos compañeros.
Etiquetas: familia, minutos, placeres ocultos
enero 27, 2008
De pronto me di cuenta de que tengo un hermano mayor

Creo que hemos pasado demasiado tiempo juntos en los últimos... los últimos 5 años.
Es algo curioso. La verdad no esperaba sentir algo así hacia Pedro. Él es simple y sencillamente el novio de mi hermana, pero en los años que tienen juntos ha sabido ser como un hermano para mí. Y cuando digo hermano, me refiero al sentido estricto de la palabra: ya no me da pena que me vea en pijama y un poco despeinada, conoce mi recámara estando hecha un desastre, critica mis vestidos y se atreve a juzgar si lucen bien o mal, me cuida un poco, salimos los tres casi todas las veces que él viene, me ha animado aparentando no hacerlo, nos peleamos bastante (hasta nos hemos golpeado más de tres veces), hay tardes en las que no hacemos nada, simplemente nos topamos rondando por la casa en plena comodidad.
Ya les tengo dicho que cuando se casen, forzoso será que pongan una recámara para mí en su casa. También saben que yo voy a ir con ellos a su viaje de bodas.
Y, aunque sean pareja, creo que más que nada, suelen comportarse como unos buenos hermanos para mí. Siempre desee tener un hermano mayor. Pero nunca esperé que pudiera suplirse esa necesidad en mí de esa manera.
Etiquetas: familia
enero 20, 2008
octubre 02, 2007
Te quiero un libro más
-Ya hasta te quiero más
-¿Qué tanto?
-Tanto como un libro más. ¿O no te parece suficiente?
Y se soltó riendo.
-¿Y cuánto vale que me quieras un libro más?
-Pues muy sencillo. Si invierto en leer 20 minutos, sería como quererte 20 minutos más por estar en tu compañía. A parte, si es un libro bonito, le sumo el impacto visual. Y si es reconocido, cada vez que alguien mencione cualquier cosa sobre el autor o el título, te querré un poco más.
-Ah... bueno... te entrego el libro el viernes.
-Gracias. Y no menosprecies cuando yo te diga: Ya hasta te quiero un libro más.
agosto 09, 2007
Me gustaría ser
Me gustaría tener sus piernas largas largas y el cuerpo así de delgado.
Me gustaría tener el pelo no tan rizado y que se acomodara solo después de bañarse.
Me gustaría salir sonriendo en todas las fotos y no con esta cara de timidez que siempre la cámara está aferrada en obtener de mí.
Me gustaría poder enojarme con alguien y dejar de hablarle varios días. No sólo quedarme con el enojo durante 2 horas y luego no poder sentir nada.
Me gustaría ser un poco como mi hermana y estar consiente de todas esas cualidades extraordinarias dignas de ser envidiadas.

julio 15, 2007
La Señorita Felipa
Después de casi veinte años, decidí indagar en esos recuerdos y forzar a la memoria para que me diera más datos de esa extraña visión. Creo que se llamaba Felipa.
La Señorita Felipa, fue en sus años mozos una preciosa muchacha de ojos azules, buen carácter y docilidad. Al morir su madre, quedó a cargo de sus hermanos mayores, quienes no le correspondían en el cuidado y atención que ella requería.
Y llegó un buen día en el que Felipa se enamoró profunda y perdidamente de un joven agradable, atractivo, amoroso y dispuesto a hacer su vida al lado de ella. Pero, cuando fue a pedir la aprobación de la familia, los hermanos mayores de Felipa, encontraron al muchacho inadecuado. Es más, cualquier muchacho era inadecuado porque el destino de Felipa era quedarse al lado de ellos.
Al saber la desaprobación de su familia, Felipa no tuvo más remedio que obedecer y no dijo palabra alguna, no lloró, no se rebeló, en apariencia, no hizo nada. Sólo se escapó. Toda ella, a excepción de su cuerpo, volaron a una vida mejor donde podía estar al lado de su amado todos los minutos de la eternidad. Y así transcurrió su vida, en una felicidad eterna, sin añorar el pasado, viviéndolo a su antojo sin tener que dar parte a los demás de su dulce historia de amor eterno.
Nunca la oí decir palabra alguna, simplemente me quedaba contemplándola con un poco de recelo y temor. No podía comprender la decisión que ella había tomado, de hacer con su vida lo que quería pero matando de culpa a quienes querían evitarle el ser feliz.