Mostrando las entradas con la etiqueta seductriz. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta seductriz. Mostrar todas las entradas

febrero 06, 2009

El culpable de la culpa

Son los ímpetus de las pasiones, deslizadores de la cordura, y allí es el riesgo de perderse.
Baltasar Gracián

Hay minutos en que me siento vieja. Hay minutos en que me molesta que se disturbe mi rutina. Hay minutos en que me doy por enterada de que no soy una mozuela que tenga todo el permiso de equivocarse y lograr la pronta reivindicación. Hay minutos en que me pesa tener la edad que tengo y estar apostada dónde estoy y cómo estoy, en esta parodia de disoluta actuación infantil y de imperceptible madurez.

Sin embargo, también hay mañanas completas en que me levanto con un brío que me hace creer que tengo de vuelta 16 años y que si yerro lo único que hay que hacer para sanar al corazón es llorar hasta la siguiente sonrisa. Momentos en que cuando llega el alba, un aire de vehemencia hace presa de mí y me siento capaz de correr hasta que mis pies se despeguen de este suelo sin saber a dónde voy a llegar; me siento capaz de amar sin que importe otra cosa, de besar hasta que se me desgaste la noche y la intención.

Hay tardes en que me recorre un impulso, un ardor que me nubla por completo y me hace actuar con toda esa pasión que da la inexperiencia, pero con la frialdad que he adquirido con los años; con una planeación y exactitud que me extrañan porque a lo único que me llevan es a la perfidia contra mí misma.

Y al llegar la noche, después del ímpetu y revuelo de todo mi día, cuando pongo la cabeza en la almohada y el cuerpo entre las sábanas recién cambiadas, el ansia no me deja dormir. Me acosa la desesperación, la culpa por actuar de esa manera desbocada que me lleva a perder la cordura. Pero la cordura también me molesta, murmura en mi oído que es ella quien no me permite ser más libre y más feliz.

Al final de cuentas, el ímpetu es el culpable de todo. Mi cordura no tendrían atisbo de duda, si no hubiera algo que le encendiera la sangre y la hiciera deslizarse hasta la perdición en la que, por instantes, me siento inmersa. La culpa de la culpa no es mía, así que me sentiré menos culpable por la culpa que tengo, pero que no me pertenece.

Y cuando llego a estos dilemas, me doy cuenta de que no estoy tan envejecida. Alguien viejo no tendría problema en resolver los hechos de la vida. Es más, no tendría que resolverlos. Simplemente los viviría. Hay días completos en que me gustaría ser vieja y no sólo sentirme como tal. Me gustaría sólo por un minuto perderme en la emoción del día a día y no en la esperanza del mañana.

enero 25, 2008

Mujer:Hombre

Si yo fuera hombre, dejaría de jugar a sentirme seductriz y empezaría a ser un seductor.

enero 11, 2008

Lo que pasó hoy


Ahora me llamaste y yo no pude más que fingir que no te esperaba, aunque lo único que he hecho el día de hoy es pensarte.

No dijiste algo en particular, tú llamda fue apresurada y cordial. Lo único que reclamaste fue que yo no te hubiera llamado antes.

Aún no sé si nos veremos, no sé si algún día llegaremos a platicar de "eso" que fue pero que no es.

Lo único que sé, es que con pensarte un poco, tú reaccionas y te hago venir hacia mí. Eso me prueba que no he perdido el toque ;).

enero 10, 2008

Lo que pasó ayer


Estuve pensando en ti todo el día, debatiéndome entre llamarte y no. Deseando verte, pero con el temor de notar tu rechazo. Desde medio día no hice más que pensar en la última vez que nos vimos, en cómo fueron las cosas, en que me sentí un poco lastimada, en que tú no aclaraste nada, en que quizá yo te confundí con mi actuar... en que todo fue tan vedado, tan de "juego" que nadie dijo en verdad lo que estaba sintiendo. Todo fue con esa maravillosa careta de cordialidad que manejamos tan bien los dos.

Pero, ayer, estuve a punto de no contenerme. De una u otra manera SÉ que necesito hablar contigo para aclarar las cosas (aunque de frente no nos lo digamos), NECESITO sentirme tranquila respecto a ti... respecto a el tú y yo que ha sido durante casi 8 años.

Como bien me he dicho durante estos últimos 43 días, no te estoy extrañando de diario, porque tú no eres parte de mi cotidianeidad. Pero me da un poco de tristeza empezar a notar que ya me falta salir a platicar contigo, reirnos por nada, hacer cosas nuevas, platicar de las situaciones verdaderamente importantes. Ya me hace falta saber que seguimos siendo los mismos. QUIERO quitarme este miedo que tengo a lo que tú puedas pensar de mí... a lo que yo estoy pensando de ti.

Pero, eso fue ayer. Todos estos razonamientos fueron el día de ayer.

No te llamé, ni siquiera me sentí tentada a buscar tu número en mi agenda, ni a pasar cerca de tu casa. No hice nada. Ni siquiera me perturbé demasiado, simplemente te pensé más que lo que suelo hacer a diario. Hasta dejé mi teléfono abandonado a sabiendas de que no tendría alguna llamada tuya.

Y hoy me desperté sin pensarte ni un poquito. Hoy tomé mi teléfono y encontré una llamada tuya (de ayer) que yo no contesté. Hoy me di cuenta que esto que siento no nada más me pasa a mí. Hoy me di por enterada de que tú también quieres saber qué pasa conmigo. Hoy te voy a llamar para terminar con esta incertidumbre.

Mejor aún, voy a pensarte, para que tú me llames.

diciembre 02, 2007

Se me acaba el corazón

Minuto a minuto me doy cuenta de que me queda menos corazón para que me lo rompan.

Hace unos días alguien lo hizo por las razones equivocadas. En ese juego no había corazón, pero al dejarme a un lado, terminaron por hacerme creer que yo debería sentir algo y por eso no debía involucrame más.

Ya no quiero tener más corazón que me rompan. Ya no, porque después tengo que tragarme los pedazos y eso duele más que cualquier cosa.