diciembre 09, 2010

Fotos de Boda

Hay días en que veo todo como tras el espejo del pasado.
Y anoche me sucedió eso. Danny Cuevas, el fotógrafo de bodas, me hizo llegar las imágenes de la fiesta de mi hermana.

He sido inmensamente feliz. La boda de Pam ha sido de los sucesos más importantes del año. He tenido que lidiar con mi incertidumbre, con mi tristeza, con la dicha de ver a Pame tan contenta, con mi deseo de encontrar un amor. No aspiro a encontrar el amor como lo hizo mi hermana, sino un amor. Quiero que mi corazón lata con toda la fuerza que lo hizo cuando cumplí 15 años... hace casi 15 años.

Pero, hoy quiero compartir en mi blog la felicidad de un día, que me ha durado todo este año:



diciembre 03, 2010

Un cambio

A mi blog y a mí nos hará bien un cambio.
Y el más sustancial es que he terminado la carrera de Letras Españolas. Oficialmente puedo decir que me dedico a la literatura.

Me es casi increíble mencionar estas palabras: Terminé Letras Españolas.

Un sueño perdido en el baúl de las cosas que toda la vida desee hacer, hasta que en el 2006 tomé valor, hice un examen de admisión y me dediqué a la literatura de 3 a 9 de la noche; de lunes a viernes, la mayoría de los casos.

Termina un ciclo escolar... inicia otro ciclo profesional. No sé qué siga. No sé si estudiar historia, lingüística, periodismo, gastronomía o finanzas. No sé si debe dedicarme 12 hrs al trabajo. No sé si ya me toque buscar otro camino.

Pero sea lo que sea, el cambio es inminente. Y sea lo que sea, este día está lleno de una felicidad inmejorable, por la esperanza de que mañana, seguiré siendo, al menos tan feliz como hoy.

noviembre 04, 2010

Té para ti. Tú para mí.


Costumbre se me está volviendo, venir a trabajar los domingos en la tarde a conocido café, de conocida cadena multinacional.

Cada domingo, de 7 a 10 de la noche, me siento en el lugar de siempre tomar el mismo brebaje de siempre.

Pero, desde hace dos visitas, me comunicaron que ya no era temporada de té de menta. Así fue como se terminó la etapa en la que venía a trabajar para llevarle ventaja al lunes. Se acabó el tiempo de esperar que llegara conocido señor a hacerme compañía. Se acabó el clima en que la luz se prolonga hasta poco antes de las 9. Creo que se acabaron mis tardes solitarias donde té busqué. Té de menta. Té fresco. Té de tiempos mejores.

Té dejé de tomar.

abril 06, 2010

Los Besos que Soñé

Sueño de muchas maneras. Sueño despierta pocas veces, me gusta pensar que las elucubraciones no son sueños, sino mecanismos de evasión en esta vida tan posmoderna que me tocó vivir.

Pero, los sueños que surgen durante la noche, mientras el proceso de descanso se lleva a cabo, son los que más me intrigan. Yo sueño no sólo con imágenes y diálogos. También se aderezan con una banda sonora y con aromas. Casi puedo percibir el olor de las flores, de los lugares tumultuosos y de la soledad.

Sin embargo, anoche sucedió algo extraño: soñé con un beso que no tenía sabor, no tenía sonido, ni tenía imagen. Únicamente se me quedó un batir de pecho tan profundo, que fue más impactantes que todos los artilugios recurrentes de mis ensoñaciones. Soñé y estoy segura de que eso me sucedió en otro tiempo, en otra vida.

marzo 29, 2010

El Funeral de las Letras


Para mi tristeza, el teclado de la computadora es un constante sepelio de letras. Cada click me recuerda la marcha fúnebre de maravillosos textos que maté con la barra espaciadora.

Del día laboral, el 60% del tiempo lo dedico a escribir. Redacto mamotretos que al fin de cuentas, creo que nadie lee, ni siquiera yo después de haberlos terminado. Mis clientes se conforman con el resumen ejecutivo y mis grandes empastados son el símbolo de que hay un gran sustento sobre cada estudio que "ayuda a reducir el riesgo en la toma de decisiones". Decisiones que ya están sobre la mesa, antes de ver cualquier resultado.

Hay veces en las que quizá me gustaría dedicarle un poco de ese valioso tiempo, a escribir sobre otros temas (aunque debo confesar que mi trabajo me fascina). Sin embargo, llego a la conclusión de que lo mío es leer. Me deleito llenándome de párrafos que no cayeron en el cementerio de mi computadora usada.

marzo 19, 2010

Viendo Pasar al Tren


El día de hoy me sucedió algo inesperado. Me quedé varada en la calle, mientras pasaba el tren. Y durante 30 minutos conté vagones, escuché la música de los automóviles continuos, observé detenidamente el comportamiento del hombre de atrás (bendito espejo retrovisor) y me detuve a oír los ruidos de la ciudad.

El tren hace que se genere un silencio que hasta puede dar un poco de miedo. Por un instante, el ruido de los motores se detiene y lo único que queda es ese chirrido tenebroso del andar de las ruedas motrices sobre la vía. Algún osado motociclista rompe la armonía del instante, al mover su vehículo hasta el frente de la fila, pero se da cuenta de que no por eso va a poder pasar la barrera infranqueable. Porque eso es al fin de cuentas. La ciudad se detiene forzudamente ante un antiguo armatoste al que no le importa que yo tenga que estar a tiempo en la junta de las 10:00 am. Tampoco sabe de ambulancias, sicarios o estudiantes a punto de tener examen final. El tren es el tren y no hay quien lo pare.

Así fue como esta mañana vagón tras vagón, minuto tras minuto, pude reflexionar sobre lo limitada que es mi voluntad sobre ciertas cosas. Lo único que me queda en ocasiones, es ser espectadora de una vida maravillosa.

marzo 10, 2010

Letras Sentidas

En la escuela estoy llevando un módulo de literatura erótica. Y cada día me sorprende más y más el uso de las palabras y de las letras. Definitivamente, sé que nací para comprender a fondo la diferencia entre una c y una c en la pluma de un escritor.


Yo no tengo aspiraciones de autor. Simplemente me gusta disfrutar del ir y venir de las páginas que me regalan horas de deleite. Soy un escritor que vive en una delectación morosa. Escribo veinte y mil palabras en 5 pensamientos y con eso, me quedo satisfecha. El papel no fue hecho para mí ni yo para él. Sólo los sueños de letras imposibles.


Sin embargo, me gusta compartir con mis allegados las sensaciones más tremendas que me puede dar la literatura. Así fue como llegué al capítulo de El Coño de la Violonchelista, del libro Coños de Juan Manuel Prada.


Cuando lo leí, mi corazón se detuvo para empezar a bombear fuertemente la sangre a mi cabeza, haciéndome entrar en un espacio maravilloso donde las sensaciones se quedan a flor de piel.


Ojalá nunca olvide que una palabra puede hacerme sentir fuertemente, lo que me he negado a pensar durante tanto tiempo.



El Coño de la Violonchelista

Por Juan Manuel Prada




Ahora que ya definitivamente las vanguardias han dejado de dar la murga, ahora que el cubismo ha engrosado el elenco de tendencias clásicas, ahora que el espíritu de Picasso dormita en algún baúl cerrado con siete llaves, aún nos queda a los nostálgicos del arte de principios de siglo el consuelo de asistir a un concierto para cuerda y ver a las violonchelistas en simbiosis con su instrumento, única imagen de cubismo que sobrevive en el mundo (dejo aparte la jeta de Rossy de Palma, demasiado equina y kitsch).


¡Qué compenetración la que existe entre el violonchelo y la mujer que arranca de sus cuerdas quejidos o murmullos o gritos exultantes! ¡Qué engarzamiento de líneas rectas y curvas, qué acoplamiento de madera y carne! Los aficionados al cubismo leemos ávidamente los programas de los conciertos de cuerda, esperando encontrar entre los miembros del cuarteto u orquesta a una violonchelista (el hombre no sirve para tañer este instrumento, no sabe extraerle esa resonancia última, expresiva de violencia o deseo, que las mujeres extraen, a poco que acerquen el coño), y pagamos sumas casi inmorales por conseguir una butaca en primera fila, al lado de la violonchelista, que tiene cara de virgen gótica y cuerpo de yegua. La violonchelista ajusta sus rodillas a la depresión de su instrumento, a esa superficie de madera alabeada, ondulante, que equivale a la cintura, lo agarra del cuello, le pinza las cuerdas vocales y le frota el pecho con el arco, hasta herirlo en el corazón y hacerle llorar un si bemol. ¡Qué pareja forman, el violonchelo y su tañedora! ¡Qué entrecruzamiento de piernas y brazos, digno de haber sido retratado por Juan Gris!


En el intermedio del concierto, vemos a la violonchelista ajustándole las clavijas a ese hombre de madera, como la mujer retuerce las orejas al amante que no responde en la cama. Luego, en el último tramo musical, después de la regañina, notamos al violonchelo menos remiso, más dispuesto a apretarse contra el regazo de la virtuosa, más proclive a inclinar el mástil sobre su garganta de virgen gótica. ¡Cuántas cosas pasarán entre el regazo de la violonchelista y la boca ciega del instrumento! ¡Cuántos trizamientos de cuerda! ¡Cuántos apretujones! Queremos imaginamos el coño de esa mujer y no podemos (necesitaríamos el talento de Juan Gris), queremos asistir a la lucha que se desarrolla por detrás de la madera, entre las entrañas del violonchelo y las entrañas de la virtuosa, una lucha seguramente sexual, aunque discreta y de orgasmos ocultos. El coño de las violonchelistas, enfundado en unas bragas con cremallera, debe contener notas de recóndita musicalidad, corcheas y semicorcheas, fusas y semifusas como vello púbico, o quizá (su forma sugiere esta conexión) sea un metrónomo que marque el compás con su clítoris, derecha izquierda, izquierda derecha, allegro ma non troppo.


El violonchelo, a la conclusión del concierto, se desmanda, y no obedece las órdenes de ese metrónomo caliente que le dicta el ritmo, y se apropia de la voluntad de su tañedora, furioso, furiosísimo, en un clímax final que me recuerda los arrebatos de Berlioz. El coño de la violonchelista, en el barullo de aplausos que se le dedica, besa las cuerdas de su amante y resucita la estética del cubismo, frente a tanto museo de pago.

marzo 05, 2010

Se me rompieron los minutos


En el mes de julio se me rompieron los minutos por muchos motivos. Ya no sé si yo los dejé caer o si hubo determinado suceso que me cimbró a tal grado de olvidar (o querer evadir) uno de los placeres de la vida: escribir.

El punto es que, julio fue el mes más difícil de todo el 2009. Para empezar, murió un querido amigo. Su muerte no me hizo derramar muchas lágrimas el día en que me enteré. Al contrario, tenía que contenerme para poder ser de apoyo para quienes lo aman tanto. Pero, 10 días después, empecé a llorar y no pude parar. Lloré en hombros de mi querida Edith, quien me dejó sollozar cuanto necesitara, sin darme palabras de aliento. Todo lo contrario. Fue un hombro silencioso, quien fingió que no había pasado algo.

Luego, decidí retomar un tratamiento médico que fue más duro de lo que esperaba. Y no fue duro por cuestión de que me doliera el cuerpo, si no por el hecho de que me hizo reflexionar aún más de la fragilidad de la vida. A la fecha, ésta ha sido de las decisiones más importantes que he podido tomar en mi vida. Estoy tranquila, mesurada, reflexiva y de buen humor. No sé qué sea lo que me depara el futuro, pero sé que el inexorable destino ya escribió todo lo que necesito saber en cuestiones de salud.

Después, tuve un alejamiento programado de alguien a quien amo profundamente. Lo hice por mi bien, no por el de él. Lo hice porque me tiene aterida el pensar que mi ser dependa tanto de su ser. Cuánto dolor le causó a mi corazón el contemplar tenerlo lejos durante un buen tiempo.

También, las circunstancias me encararon a poner riendas en un asunto olvidado, en un tema en el que seguía siendo una niña, a pesar de que la vida misma ya corrió muy lejos de esa etapa. Y lo enfrenté con un sigilo tendiente a la cautela más que al silencio. El asunto, el día de hoy sigue siendo un secreto que me hace feliz. Me descubro cada día sonriendo ante ese misterio que sólo me corresponde a mí.

Pero los minutos (como bien dicen), lo curan todo. Y hoy estoy aquí, después de un julio vertiginoso, un julio de reflexiones y de enfrentamientos. Paré los Minutos en Blanco y Negro, porque el reloj se me había roto. Pero hoy, decidí tomar los engranes, las manecillas y los números, para irlos armando poco a poco. Me gusta sentir como, entre mis manos, acariciando mis dedos, la fragilidad del tiempo se materializa en letras.