octubre 16, 2008

Ciertas actividadas necesarias e indeseadas


Hay ciertas labores del hogar que no me gustan. Pero hay una, que tiene que ver con la vida íntima y personal; su desempeño viene a determinar parte del juicio que los que están alrededor, emitan de ti. Me refiero, a la detestada tarea de lavar la ropa. Es algo que no me gusta. Lo detesto, lo detesto.

Separar, extender, revisar, preparar, esperar, sacar, secar, doblar-planchar, guardar.

Odio esa secuencia. Lo que menos me gusta es la parte de doblar y guardar. Todo lo demás, lo soporto, pero eso último es... tedioso. No me gusta para nada. Sin embargo, detesto aún más, ver como tela sobre tela se acumulan en el cesto que tengo en el baño. Por eso termino lavando la ropa, por desesperación.

Por otra parte, me encanta el olor de la ropa recién secada. Ese olor a fresco, con cierta calidez punto menos que floral. Me puede fascinar abrir mis cajones y percibir ese maravilloso aroma. También, al destender la cama o al tomar las toallas después de la ducha, no hay algo que me encante más que ese golpe para los sentidos.

A últimas fechas, me he entretenido con la versión española de lavar la ropa, es decir "hacer la colada". Así que cuando más fastidiada me tiene el hecho de pensar que tengo que iniciar la tortuosa tarea, pienso: haré la colada. Y se me dibuja una ingenua sonrisa.
La labor es la misma, pero el acento español, me hace cambiar de actitud.

Ni hablar, esta tarde, haré la colada, con un acento muy marcado.

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