De las cosas que más disfruto hacer, es conversar. Y estoy segura que la conversación se debe aderezar con una buena comida. Pero en esta ocasión, no es el punto del que quiero hablar.
La conversación ha logrado llenar muchas pausas de mi vida, ha logrado acallar mis disfluencias emocionales, ha hecho que el vacilar en un razonamiento, de la pauta para iniciar otro más interesante. La conversación es un laberinto en el que se pasa el tiempo y la vida, subiendo, bajando, topando con los mismos argumentos y sorprendiéndose por los nuevos caminos.
Por lo general me gusta ser una mujer esquemática, que anota los temas para platicar con alguien en particular. Disfruto mucho descubriendo lo que cada palabra significa en mis labios y en otros. Disfruto el sonido de la palabra, el ir y venir del aire en un espacio tan pequeño, que lo único que pretende, es unir los pensamientos. La conversación ha logrado ser la manera de hacer el amor intelectualmente. Por eso, yo procuro no conversar a fondo con cualquiera. Guardo todavía demasiado pudor para con las palabras y a veces me apena desperdiciarlas en cualquier asunto o, peor aún, con cualquier persona.
La conversación ha logrado llenar muchas pausas de mi vida, ha logrado acallar mis disfluencias emocionales, ha hecho que el vacilar en un razonamiento, de la pauta para iniciar otro más interesante. La conversación es un laberinto en el que se pasa el tiempo y la vida, subiendo, bajando, topando con los mismos argumentos y sorprendiéndose por los nuevos caminos.
Por lo general me gusta ser una mujer esquemática, que anota los temas para platicar con alguien en particular. Disfruto mucho descubriendo lo que cada palabra significa en mis labios y en otros. Disfruto el sonido de la palabra, el ir y venir del aire en un espacio tan pequeño, que lo único que pretende, es unir los pensamientos. La conversación ha logrado ser la manera de hacer el amor intelectualmente. Por eso, yo procuro no conversar a fondo con cualquiera. Guardo todavía demasiado pudor para con las palabras y a veces me apena desperdiciarlas en cualquier asunto o, peor aún, con cualquier persona.
Por eso, ayer que leía un texto, me quedé sorprendida de lo puntual, de los conciso que es para describir a las conversaciones:
"Es el hablar efecto grande de la racionalidad: que quien no discurre no conversa... Hablando los sabios engendran otros, y por la conversación se conduce el ánimo la sabiduría dulcemente... De suerte que es la noble conversación hija del discurso, madre del saber, desahogo del alma, comercio de los corazones, vínculo de la amistad, pasto del contento y ocupación de personas".
El Criticón
Baltasar Gracián
Cuando lo leí, me sentí desnuda ante la misma palabra que conocía lo que por ella logro sentir. Fue una lectura metalingüística que no esperé encontrar ese día. Y es cierto, en mi vida, la conversación ha sido desahogo para mi alma en momentos de tortura; ha logrado venderme uno que otro corazón, a veces a precios demasiado elevados; me ha dado buenos amigos, que se tranquilizan, que me dan consejo o que se regodean con el hablar; ha logrado alimentar mi disfrute para generarme contentamiento; y, afortunadamente, ha sido mi principal ocupación en la vida. La conversación es maravillosa, y como dice el buen Gracián, conduce la sabiduría dulcemente. Quiero desgastar los minutos de mi vida en largas conversaciones. Quiero desgastar mis noviembres pensando en todo lo que he dicho. Quiero mejor aún, que las conversaciones me desgasten a mí y me dejen una huella imborrable de palabrería fugaz, que atesore en el fondo del corazón.
2 comentarios:
Es dificil para mí conversar con alguien, por lo general hablo demasiado y acabo hablando de lo mismo siempre, violencia, drogas y sexo, a veces con un dizque matíz intelectual, pero siempre los mismos temas.
Bueno, pensandolo bien, siempre hablo de eso por que de eso es de lo que habla la gente, la otra vez tuve una conversación muy sabrosa acerca del comportamiento de los primates y...., hay no, ahora que me acuerdo si acabamos hablando de violencia.
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