junio 19, 2008

La inmortalidad

Ahora que estoy de vuelta en la escuela, creo que estoy aprendiendo a escuchar mejor a mis maestros. Y sinceramente no me empecino en aprender a detalle todo lo que tratan de enseñarme. Pero sí procuro, atentamente, descubrir las personas que son. Creo que si alguien llega a sentir esa pasión por las letras, por la literatura, por la gramática y la hermosura de la palabra, debe tener un detalle en su vida que me de una clave de la felicidad.

Una de ellos que ha logrado generar en mí cierta envidia por sus conocimientos y sobre todo por su sencillez.

Dice con orgullo: De mis "autores consentidos" es Tagore.

Y nada más es cuestión de decir este pequeño apellido, para desatar en ella una oleada de recuerdos y sentimientos. Y así, cuando menos se da cuenta, ya está recitándonos parte de sus escritos. Siempre hemos de llegar a casi bordear el Ganges cuando ella se emociona.

Pues ayer leí una frase de Tagore, que me parece muy... sensible:

Breve es el placer, como una gota de rocío, y mientras ríe, se muere. La pena, en cambio, es larga y permanente.
No pude más que pensar lo cierto de esto. Creo que el hombre está en la búsqueda de la inmortalidad, a cualquier costo. Uno de ellos, el más alto, es la felicidad. Se sabe que teniendo una pena profunda, larga, (justificada o no), un semblante punto menos que marchito, es más fácil ser eterno.

Yo agregaría una línea más a la frase de Tagore:

Simplemente, la risa se va con el viento y se pierde. En cambio, las lágrimas caen en la tierra y germinan dolor en su espacio, multiplicándose al ser regadas por el implacable recuerdo.


En fin, no se por qué llegamos a estas meditaciones tan temprano.

Sólo voy a decir algo más: este día no quiero inmortalizarlo. Prefiero que se pierda con el viento.

No hay comentarios.: