septiembre 09, 2008

¿Por qué el deseo de viajar?


A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco.

Michel Eyquem de Montaigne

Hace algunas semanas decidí salir de viaje y tomar unas vacaciones en la playa. Lo cierto es que tanto como vacaciones no son. Es únicamente un fin de semana fuera. Eso es todo.

Y cuando empecé a planearlo y a ver cada paso de la materialización del viaje, tenía muy en claro qué era lo que estaba buscando y de qué estaba huyendo.

Pero conforme han ido pasando los días, me he dado cuenta de que lo que busco, estoy segura, no lo voy a encontrar allá. Entonces, ¿cuál es el caso? ¿Huir, nada más, de las presiones cotidianas? ¿Por qué ir a buscar algo que ya no quiero encontrar? Entonces, ¿qué es lo que debo buscar?

La playa me ha generado demasiada tensión. Hace varios años, 14 si no falla mi memoria, que no voy. Y si he dejado de ir (a parte de que mis padres empezaron a tomar vacaciones a solas), es por un problema de... de percepción. Considero que uno debe estar corporalmente preparado para ir a un lugar donde la desnudez es requisito de divertimento. Y yo no lo estoy. Incluso, casi asevero que nunca lo estaré. Por eso me he estado debatiendo entre ciertas cosas para el ajuar y otras. Faltan 15 días y yo todavía no tengo lo fundamental: bañador, lentes oscuras y zapatos adecuados... y una cintura envidiable.

Es que esas 3 cosas son el mayor problema. La cintura la saco de la lista, porque sé que no me queda más remedio que conformarme, por hoy, a ella.

-El bañador, porque los que me gustan son demasiado... descubiertos, como para que me sienta cómoda. Y los que son cubiertos, me parecen hórridos, porque dejarán la piel con las marcas de donde no le dio el sol. Obviamente no voy a mencionar los detalles sórdidos, como que lo que más me aterra de estas prendas, en cualquiera de sus modalidades, es que dejen tan al desnudo mi imperfecto cuerpecito.
-Las lentes oscuras, porque entramos en el otro punto: no veo bien. Y si no veo bien, qué caso tiene que use unas lentes que no me van a servir para ver. He estado pensando si voy a llevar mis lentes de diario o no. Ya estoy cansada de usarlas y sé que las de contacto, para el mar, no son opción. Entonces, si uso las lentes de diario, no me puedo poner encima las oscuras... y ahorita no quiero gastar demasiado en comprar y graduar las oscuras.
-Los zapatos adecuados, porque implica que son abiertos, que se ven los pies casi en su totalidad. Es algo de mí que no soporto. En verdad me esmero mucho en que mis pies siempre estén cuidados, humectados, con las uñas de lindos colores, pero ni aún así me gusta contemplar la posibilidad de que alguien los observe. Dice mi hermana que ella no le ve el caso a que invierta tanto en algo de mí que nunca dejo ver. Pero no importa, yo los veo... arreglados, presentables, pulcros... pero no puedo resistir el escrutinio ajeno. A lo más que llego es a usar los zapatos del tipo Peeptoe (que me encantan), porque sólo dejan ver la puntita de color de mis uñas. Eso es todo. Dejar ver un poco de piel y de color.

Todo lo demás del ajuar está listo: vestiditos para desayunar y para cenar, para salir en la noche y ropa cómoda para el resto del día; cremas humectantes, bloqueadores de sol, lociones para después de tomar el sol; libro (s), música y actitud. Todo menos la cintura, el odioso bañador, las lentes y los zapatos.

Y... sobre lo que busco allá... pues dejaremos que el inexorable destino me sorprenda. Digamos que no voy a buscar, pero si me topo de frente con lo que quisiera encontrar, sólo le voy a sonreír y le ignoraré unos minutos, le ignoraré lo suficiente como para que empiece a buscarme a mí.

Ansiaba encontrar un poco de diversión, pero bien la cambio por 5 minutos de tranquilidad. Sólo 5 diminutos instantes. ¡Cómo deseo que la tranquilidad me acose y me persiga hasta el cansancio!

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