mayo 06, 2008

La seguridad no debe estar peleada con la amabilidad y la educación



Si yo estuviera encargada de manejar las relaciones públicas del ejército, para operativos en zonas residenciales y retenes en la ciudad, haría lo siguiente:

-Pondría avisos genuinamente informativos y vistosos, no sólo los hórridos conos florescentes.
-Repartiría folletos explicativos, donde quede claro para los transeúntes qué se debe hacer.
-Tendría un display, con una cuenta regresiva del tiempo que falta para que termine el movimiento.
-Al final, entregaría a cada uno de los "importunados" un artículo promocional, con un mensaje sobre las ventajas de los operativos en las colonias. O bueno, ya de plano, si no hay presupuesto para el "regalito", pues al menos una carta de parte de la autoridad, disculpándose por tan abrupta irrupción necesaria para guardar la futura tranquilidad del país.
-Pero, definitivamente y sin lugar a dudas, todos los operativos militares en zonas residenciales deberían tener, de primer contacto, al menos una mujer soldado, vestida de falda y con el cabello prolijamente recogido, en vez de un "hombre enmascarado" que te apunte con su terrible y amenazadora arma. Me imagino que la ciudadanía se podría sentir muchísimo más cómoda al recibir información e instrucciones, de voz de una amable mujer con sonrisa dulce, pero firme, de esas que infunden seguridad y confianza en vez de temor.

¿Verdad que así todo sería más bonito y los ciudadanos no dudaríamos en cooperar?

Con esto no quiero decir que en algún momento hayan tenido un comportamiento inapropiado hacia mi persona. Definitivamente no. Creo que son mucho más amables de lo que esperaba. Sin embargo, una pequeña modificación a la táctica, otro tenor, lo haría una experiencia ejemplar y replicable en otros países.

Señores encargados de estos operativos, no duden en comunicarse conmigo. Les aseguro que juntos podremos lograr que la imagen que tienen mejore. Jamás subestimen lo que un plan de relaciones públicas puede lograr. A mí no me cabe la menor duda de que la amabilidad y la información infunden más respeto que la imposición y la fuerza.

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