mayo 19, 2008

El día en que la gastritis se acabó y yo desperté de un mal sueño



Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado.

Groucho Marx


Muchas veces me he cuestionado (como todos los mortales), si en alguna ocasión el amor habrá tocado mi puerta... y peor aún, me he cuestionado si en algún momento lo hará. No dudo que yo haya jugado con él a eso de tocar el timbre y luego salir corriendo. Quizá él ha estado jugando conmigo a lo mismo y no me doy cuenta. Por eso ya no me cree, ni yo le creo.

Digo, este no es tema que me aflija ni que forme parte del coctel diario de vanas meditaciones. Sin embargo, lo que logra incomodarme bastante es la incertidumbre sensorial. Entiéndase por incertidumbre sensorial, que no sé si pueda reconocer lo que "se debe percibir", cuando uno "debe de amar".

Pero independientemente de eso, hace algunos años mi lógica, mi corazón y mis hormonas me hablaban a los gritos, ordenándome que debía amar y así lo hice. Y esto lo he recordado porque durante 3,5 años me levantaba cada mañana con un intenso dolor en el vientre. Me recetaron muchos remedios y consejos que al fin y al cabo, yo supuse que habían surtido su efecto. Y una mañana del mes de mayo me desperté y no sentí nada.

Hace casi 7 años que no siento nada y sigo comiendo lo mismo de siempre.

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