mayo 26, 2008

Día de luna castuosa

En el séptimo aniversario, la luna está en la séptima posición.
Bien me dijeron que podría ser mujer luna sólo por hoy.


La luna sólo te deja ver una de sus caras, jamás se muestra completa.
La luna te hace pensar en lo lejos que está todo, pero que es alcanzable por el hombre.
La luna sirve para soñar, pero no con ella. Simplemente inspira para ilusionar, hasta con el ratón de los dientes.
Nadie se enamora de la luna. Todos creen que la conocen un poco, a tal grado que hasta se atreven a inventarle cuentos y romances. Quizá eso se deba a que es un poco predecible.
La luna tiene cráteres que nunca van a ser lisos... siempre va a estar fracturada, dañada, imperfecta. Y sus cráteres tienen nombre y apellido.
Es pequeña y depende del sol para brillar, por sí misma no haría nada. Ni siquiera nos percataríamos de su existencia, por más que se esforzara en girar y girar... cambiándolo todo, incluso afectando al mar. Y la luna vive un romance secreto con él. Un romance no cotidiano, pero sí permanente. La luna lo trastorna, lo eleva, lo embravece y luego, al amanecer, al salir el mar de sus dominios, lo deja tranquilo, apacible, pero siempre con el latente regreso.

Hace algunos meses me hubiera querido llamar Penélope. Sólo por hoy, me daré el permiso de llamarme, por un minuto, Selene.

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