marzo 11, 2008

Normal

Esta mañana, mientras iba de camino a la oficina, escuché una canción que me gustó mucho. Y lo que me gustó no fue el verdadero sentido, si no la parte superficial. A mí no me da tanto miedo la soledad (he de admitir que la puedo disfrutar bastante). Aseguro que cuando "alguien" no funciona en tu vida, lo mejor es dejarlo ir sin tender demasiadas redes... quizá sólo un pequeño hilo de araña bañado de lluvia, para atraerlo con elegancia, con lujo, con artificio. Sólo por si lo extrañas, para disfrutar verlo venir poco a poco a través de esos reflejos tan maravillosos que dan las gotas y las telarañas; y luego arrancar todo de un golpe y no dejar otra oportunidad.


Pero, ese no es el punto. La parte superficial de esa canción, la parte de fingida felicidad, es lo que a mí me hace sentir feliz. Es decir, el añorar, el soñar con esos días ya forma parte de mi satisfacción, de lo que sé que me puede hacer sentir plena.

Yo puedo ser feliz preparándole la cena... cocinando las cenas hasta que mi corazón deje de latir. Me gusta creer que la verdadera paz, la verdadera tranquilidad de mi vida es saber que cuando regrese de la vorágine del día, cuando el tráfico atroz de esta pequeña ciudad me deje llegar a mi casa, él estará allí (o al menos sus cosas como presagio de su vuelta). Y estará por mí, porque le gustan los sabores que salen de mis manos, porque aprecia que todas las mañanas tenga café fresco y los sábados desayunemos hablando mucho o a veces sin necesidad de decir algo. ¡Qué remanso de paz nuestra pequeña casa llena de libreros sin libros y libros regados por todos lados, como para poder perderse, miles de minutos, en cualquier lugar del mundo!

Creo que eso hará en mi vida el "siempre felices": Simplemente cocinar para él y que venga a charlar conmigo como requisito indispensable para que su día gire y se sienta completo. Saber que pase lo que pase, mi felicidad se encuentra en un pequeño lugar, quizá vacío de cosas, pero lleno de un "nosotros", de lo que podemos ser y hacer. Un lugar con promesa de una copa de vino cada noche, mucho cine e ir a merodear en rincones y librerías al menos una vez a la semana.



Normal
Ximena Sariñana

La soledad es un paso firme
Que no he podido obligarme a dar
El corazón no tiene remedio
Con la vejez deja de funcionar
Qué felicidad, hacerte la cena
y qué seguridad saber que me esperas
Y el tiempo pasará
El sol se apagará
Y todo lo que sentiste fue normal..

Todo el amor es desasosiego
de lo que termina por desaparecer
Todo lo que me dijiste a medias
Son el lenguaje que no aprenderé

Qué felicidad llenarte la taza
Qué seguridad tenerte en la casa

Y el tiempo pasará, el sol se apagará
Y todo lo que sentiste fue normal

Qué felicidad hacerte la cena
y qué seguridad saber que me esperas
y qué tranquilidad el siempre felices
y qué facilidad, creer lo que dices

Y el tiempo pasará, el sol se apagará
Y todo lo que sentiste fue normal.

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