Durante el tiempo que tomé para dejar el café, pasaron muchas cosas. Cosas que no entiendo y que me resisto a comprender. Mientras no tomé café, la lluvia decidió no llegar, cosa que yo esperaba a pesar de los pronósticos.
Por eso decidí que los períodos de abstinencia a mí no me llevan a nada bueno. Eso sí, lo disfruté. Fue un placer completamente egoísta. Y me encantó que el final y su celebración con la mejor compañía imaginada. En una secuencia teatro-cena-vino-café y mucha conversación.
Mis días ahora comienzan con humeantes tazas blancas y su consabido interior negruzco; y terminan con un sabor penetrante, amargo... con un sabor de minutos felices, pero con un dejo de ausencia que no sé cómo llenar.
Por eso decidí que los períodos de abstinencia a mí no me llevan a nada bueno. Eso sí, lo disfruté. Fue un placer completamente egoísta. Y me encantó que el final y su celebración con la mejor compañía imaginada. En una secuencia teatro-cena-vino-café y mucha conversación.
Mis días ahora comienzan con humeantes tazas blancas y su consabido interior negruzco; y terminan con un sabor penetrante, amargo... con un sabor de minutos felices, pero con un dejo de ausencia que no sé cómo llenar.

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