marzo 05, 2010

Se me rompieron los minutos


En el mes de julio se me rompieron los minutos por muchos motivos. Ya no sé si yo los dejé caer o si hubo determinado suceso que me cimbró a tal grado de olvidar (o querer evadir) uno de los placeres de la vida: escribir.

El punto es que, julio fue el mes más difícil de todo el 2009. Para empezar, murió un querido amigo. Su muerte no me hizo derramar muchas lágrimas el día en que me enteré. Al contrario, tenía que contenerme para poder ser de apoyo para quienes lo aman tanto. Pero, 10 días después, empecé a llorar y no pude parar. Lloré en hombros de mi querida Edith, quien me dejó sollozar cuanto necesitara, sin darme palabras de aliento. Todo lo contrario. Fue un hombro silencioso, quien fingió que no había pasado algo.

Luego, decidí retomar un tratamiento médico que fue más duro de lo que esperaba. Y no fue duro por cuestión de que me doliera el cuerpo, si no por el hecho de que me hizo reflexionar aún más de la fragilidad de la vida. A la fecha, ésta ha sido de las decisiones más importantes que he podido tomar en mi vida. Estoy tranquila, mesurada, reflexiva y de buen humor. No sé qué sea lo que me depara el futuro, pero sé que el inexorable destino ya escribió todo lo que necesito saber en cuestiones de salud.

Después, tuve un alejamiento programado de alguien a quien amo profundamente. Lo hice por mi bien, no por el de él. Lo hice porque me tiene aterida el pensar que mi ser dependa tanto de su ser. Cuánto dolor le causó a mi corazón el contemplar tenerlo lejos durante un buen tiempo.

También, las circunstancias me encararon a poner riendas en un asunto olvidado, en un tema en el que seguía siendo una niña, a pesar de que la vida misma ya corrió muy lejos de esa etapa. Y lo enfrenté con un sigilo tendiente a la cautela más que al silencio. El asunto, el día de hoy sigue siendo un secreto que me hace feliz. Me descubro cada día sonriendo ante ese misterio que sólo me corresponde a mí.

Pero los minutos (como bien dicen), lo curan todo. Y hoy estoy aquí, después de un julio vertiginoso, un julio de reflexiones y de enfrentamientos. Paré los Minutos en Blanco y Negro, porque el reloj se me había roto. Pero hoy, decidí tomar los engranes, las manecillas y los números, para irlos armando poco a poco. Me gusta sentir como, entre mis manos, acariciando mis dedos, la fragilidad del tiempo se materializa en letras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué bien que hayas reparado los minutos! La armonía del "tic tac" de tus letras me hacía mucha falta, sabes cuánto me encanta leerte =D

Un abrazo