diciembre 16, 2008

Siento como una astilla en el corazón

Hay cierto tipo de sucesos que no duelen, no lastiman, pero molestan. No sé realmente en qué consiste eso de que uno se pueda sentir trastocado por eventos minúsculos que en la vida no significan algo. Pero allí están, igual que una uña mal limada o la encía ligeramente inflamada. Uno no se va a morir de ello, ni siquiera llegan a ser una enfermedad mortal o un dolor importante. No es algo que deba llamar la atención, pero aparece como gotera continua. Minuto a minuto tortura, hace sentir mal, recuerda como chirrido lejano. Y no es nada.

Y sólo es hoy. Sólo por hoy me voy a dejar sentir como si las lágrimas estuvieran a punto de salir, con todo el rostro congestionado, con los ojos irritados y la boca fruncida; pero no brotan, porque no me siento tan triste. Sólo hoy no voy a inquirir al cajero del supermercado que se rió de mí sin razón alguna. Sólo hoy dejaré que el día pase entre numereríos y estadísticas de cierre de año. Bien me sentiría si mi ligera angustia fuera por cuestiones de trabajo. El trabajo lo controlo, los pensamientos los controlo, los sentimientos los acallo... pero ¿y los malestares? ¿Qué se hace cuando uno no es un experto en tranquilizar al espíritu? ¿Qué placebo tomar? ¿Existen aspirinas para molestillas emocionales?

No lo sé. Por lo pronto, puedo aseverar que un poco de helado no me quitó la incomodidad.

Mi mañana empezó así, después de una noche de haber comido de más quizá. Y de nuevo pienso en que me encantaría encontrar ese fragmento de las letras de Dickens donde mencionan los estragos que puede hacer una mala comida en el estado de ánimo. Quizá esa pequeña obsesión me quite las ganas que tengo de sentirme mal.

Pero, cuando se vaya este ligero desasosiego, seré feliz. Feliz porque vienen los días de estar en la cocina y disfrutando de las tareas mecánicas de la época de celebración. Feliz porque en mi casa hay bizcochos, natillas, dulces de leche y muchas nueces. Feliz porque hace fresco y tengo dos libros nuevos que leer. Sólo es cuestión de esperar a que se me salga esa pequeña astillita que tengo en el corazón.

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