Siempre sal con las maletas vacías sólo por albergar la posibilidad de traerlas llenas y no andar cargando innecesariamente.
Y ese consejo me ha servido en la vida. En mi último viaje, mis maletas iban llenas y regresaron vacías. Gracias amigas, por haberme quitado el peso de absurdas preocupaciones.
Quizá ahora me toca a mí decirles:
Quizá ahora me toca a mí decirles:
Vacíen sus maletas, mientras esperamos con paciencia el tren, porque ya nos vamos.
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